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Huella de carbono
Algunas de nuestras acciones, en particular las que involucran el uso de energía, pueden conllevar la emisión de uno o más de los gases de efecto invernadero que se acumulan en la alta atmósfera (estratosfera) y producen el calentamiento global. Debido a que el principal gas invernadero es el dióxido de carbono, el término huella de carbono se utiliza para describir el impacto relacionado con la emisión de gases emitidos por cualquier uso energético. Cuanto más grandes son las emisiones, más grande es la huella y así este concepto permite determinar qué actividades producen un mayor impacto e identificar alternativas con una menor huella.
Nuestra huella de carbono consiste en dos partes – una esta asociada principalmente con nuestro propio consumo energético y la otra está asociada con los alimentos que consumimos, los productos que utilizamos o la ropa que compramos; ésta se llama la parte asociada. La parte asociada proviene de la energía utilizada en el cultivo de alimentos, en la extracción de materias primas, en el procesado y/o fabricación de productos y el correspondiente transporte al lugar de uso entre otros. Es mucho más difícil de calcular ya que requiere el conocimiento del uso de energía y otros parámetros a lo largo de la cadena de suministro desde el cultivo de alimentos o la extracción de materias primas hasta la adquisición de un producto. La compra de productos locales reduce sin duda las emisiones relacionadas con el transporte. Algunos cálculos muestran que las dos partes de la huella de carbono son aproximadamente similares en tamaño para los habitantes europeos.
Gases de efecto invernadero
La producción de dióxido de carbono está ligada principalmente al consumo de combustibles fósiles donde aparece como un subproducto de la combustión de petróleo, gas o carbón, que son utilizados en actividades como el transporte, la calefacción de nuestras casas o la generación de electricidad. Al igual que el resto de gases invernadero, tiene la capacidad de atrapar parte de la radiación terrestre que, si no fuera por su existencia, se transmitiría al espacio exterior. Mientras su presencia es una de las razones por las que hay vida en la Tierra ya que aumentan el promedio de la temperatura terrestre de -18°C a 12°C, la preocupación reside en la tasa de incremento que esta temperatura promedio está sufriendo y qué impacto puede conllevar este fenómeno. En términos de contribución al calentamiento global, el dióxido de carbono representa un 75% de toda la actividad humana sobre el clima.